martes, 5 de julio de 2011

Entre ella y la botella

Ursula cayó rendida a los pies de Antonio. Había dado vueltas y vueltas impulsada por el sonido de un saxo romántico: Bob Fleming, tal vez. Trigueña, de pelo largo y ceñido al cráneo que se extendía por la espalda en una larga cola. Cubierta por una amplia túnica blanca que traslucía el rojo encendido de sus diminutas bragas, danzaba en medio del salón. Giraba sobre sus pies y su vestido formaba ondas como volutas de humo que dejaban al descubierto las piernas hasta el origen.

Desde el piso se arrastró hasta alcanzar el cuarto escalón y quedar sentada al lado de Antonio. Acezante pidió un trago. La botella de ron estaba entre los dos. Frente a ellos Sebastián, acompañante de Ursula, con otros del grupo reían y fumaban sin hacer caso a la pareja sentada en la escalera.

Antonio sirvió dos tragos. Su brazo derecho rodeó a Ursula por la nuca y le acercó la copa a los labios. Ella, asiéndole la mano, la empinó echando la cabeza hacia atrás. Ahora sonaba música de flauta con fondo de tambores.

Antonio y Ursula continuaron sentados en el cuarto peldaño de la escalera entrecruzando miradas y apurando cargados tragos de ron. En esas se acercó Sebastián solicitando que por favor le sirvieran dos tragos. Antonio tomó la botella y dos copas; las sirvió a menos de la mitad. “Poquito, pa´ que rinda”, dijo Antonio.  Sebastián, con los ojos bien abiertos, se quedó mirándole la cara y respondió: “Nojoda, pero si la botella es mía”.

Antonio se puso de pies. Con la mano izquierda tomó la botella y, estirando el brazo, se la entregó a Sebastián sin pronunciar palabra. Dio media vuelta y con la misma mano asió el brazo derecho de Ursula y con pasos firmes y rápidos se fueron escaleras arriba.

Otro día de 2011

1 comentario:

  1. Hola Joaquín Antonio:

    Gracias por hacerme parte del reducido grupo para compartir tu blog.
    En cuanto a tu escrito, no esperaba menos de tu incomparable pluma.
    Para mí siempre es un placer leer tus lineas y sobre todo cuando son
    costumbrismos y más aún si se trata de nuestra querida
    Santa Marta.
    Sigue adelante y felicitaciones

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