lunes, 25 de enero de 2010

El pajaro azul

Erase una vez en un remoto pueblo ubicado en medio del oriente viejo, un hombre, que amaba a los pájaros y salía a recorrer cual paisaje se le ocurriese en busca de nuevas especies para poder dibujarlos y así mantenerlos en su memoria, así pasó sus años y cuando se avecinaba el pasaje al otro mundo se sentía tranquilo y seguro de que ya no le quedaba mas por ver, llegó a sus oídos la historia del pájaro azul, de majestuosas alas con un plumaje excepcional. Así el hombre se dijo -no podré morir tranquilo sin antes ver a ese pájaro azul-, entonces con las pocas fuerzas que le quedaban salió por el mundo en busca de su pájaro. Pasaron años y cada vez tenía menos fuerzas, y menos esperanzas. Dándose por vencido a causa del cansancio y la enfermedad que ya no le daba tregua volvió a su hogar, con una enorme tristeza, de saber que iba a morir sin haber visto a su pájaro azul.

Cuando ya estaba en sus últimos días, y la agonía se profundizaba ya sin poder distinguir si estaba vivo, una mañana cálida, muy cálida de invierno con un sol que lo invitaba a acercarse a su jardín, a pesar de su limitada movilidad y envuelto en una frazada en pijamas y pantuflas, y con su boina infaltable a disfrutar del sol que acariciaba sus mejillas, como si estuviese dándole otra oportunidad…Ahí estaba, majestuoso, con su hermoso plumaje imponente posado sobre la rama de un árbol de paraíso, el pájaro azul, en su propio jardín… en su propia casa, en su propia vida. Su plumaje era tan brillante que casi llegaba a encandilar a aquel anciano que hipnotizado paso todo el día mirándolo en silencio, el mejor espectáculo de toda su vida frente a sus ojos, mientras el pájaro daba vueltas volando por todo su jardín paraba solo para descansar y retomaba su vuelo, sabiendo que lo miraban y tratando de darle su mejor actuación a su anciano espectador.

Al caer la tarde preparándose un frío ocaso aquel anciano empezó a notar que el plumaje de su pájaro azul, ya no era tan azul, era mas bien verde, cada vez mas verde. Y para cuando el sol habría dejado de brillar por completo este pájaro azul había cambiado el color por completo. Entonces notó que era su pájaro verde, su loro, el que hacía muchos años había escogido ese mismo jardín para pasar las tardes, era el mismo que con el brillo del sol su plumaje verde se veía con unos hermosos destellos azules.

Y dándole el último suspiro al ocaso aquel anciano se dejó morir con el sentir de saber que pasó sus últimos días buscando la felicidad que sin haberlo notado, tenía en su propio jardín. Pero que tubo la suerte de darse cuenta para aunque sea verlo por una vez en su vida, y eso le bastaba para ya no olvidárselo jamás.

Tomado de RADIO KRIMINAL
http://latidosdeamerica.blogspot.com/2009_03_01_archive.html

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